El pasado 1 de Febrero, las alumnas del Ciclo Formativo de Educación infantil visitaron “la Pecera”, el aula hospitalaria del Hospital Universitario de Guadalajara.
Llegamos al hospital de Guadalajara y enseguida pudimos comprobar el elevado movimiento de pacientes, familiares y un gran número de sanitarios que subían, bajaban y caminaban rápido por un enjambre de pasillos llenos de consultas a ambos lados. Después de llegar a la tercera planta, parecía que el tiempo se detenía, los pasillos aburridos se convertían en otros llenos de luz, donde asomaba una puerta pintada de colores. Allí nos recibió Manolo, uno de los cuatros docentes que ejercen su actividad en el hospital. Pronto nos cautivó con la pasión que ponía cuando hablaba de los niños que habían pasado por la pecera, cerca de 400 en un año, niños de todas las edades y con diversas patologías. Niños a los que no sólo hay que curar su cuerpo, sino lo más importante, hay que conservar su mente despierta, ya que como Manolo nos dijo, “la educación dignifica a la persona, sea cual sea el tiempo que nos quede”.
Esta especie de héroes no sólo se ocupan de los niños hospitalizados, sino también de acompañar a las familias en un momento difícilmente asumible por los padres, son esa cara amable que hacen un poquito más fácil la estancia en el hospital.
Y con esta misma pasión, apareció en “la pecera” el doctor Alfonso Ortigado, un verdadero enamorado de su profesión y sobre todo de los niños. Con él aprendimos que un niño es una persona que hay que conocer y tratar adecuadamente, nos contagió esa pasión por ellos y nos enseñó la importancia de una adecuada atención. Pero además nos dimos cuenta de que también aquí, a unos pocos kilómetros de casa, viven verdadero ángeles de la guarda de los más pequeños. Ojalá pudiéramos contar con más personas como las que conocimos en nuestra visita, esas que son capaces de renunciar a su tiempo libre sólo por inventarse un sueño para unos niños atravesando un duro momento en sus vidas.
Gracias a Manolo, a Chus, a Alfonso y todas las personas anónimas que cada día se ocupan de los más pequeños , gracias por contagiarnos ese entusiasmo por su profesión, ojalá algún día podamos compartir alguno de sus proyectos.