Si hay un trabajo que nos guste realizar ese es, sin duda, el del Día del Padre. Con qué cariño preparamos los regalitos todos juntos en clase y con qué ganas esperamos ver la cara de papá abriéndolo con toda la ilusión del mundo. Si a la pintura de colores, los pinceles, rotuladores y demás material le sumamos el cariño, la alegría y toda nuestra creatividad, el resultado son verdaderas obras de arte que de seguro no van a estar en un museo, pero que sin duda van a ser admiradas por los mejores críticos del mundo: nuestros papás.